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Un osito de peluche con pañal está sentado sobre un fondo rojo con relámpagos y líneas blancas que simbolizan enojo o frustración. Tiene las manos en la boca y una expresión preocupada, representando el tema de cómo manejar las rabietas de los niños de manera positiva. En la parte superior, un texto amarillo con blanco refuerza el mensaje. En la esquina inferior derecha, el logo de "Ricitos de Oro".

Las rabietas forman parte del crecimiento infantil. A medida que los niños desarrollan su independencia y aprenden a gestionar sus emociones, pueden experimentar episodios de frustración que derivan en llantos, gritos y comportamientos impulsivos. Si bien pueden resultar agotadoras para los padres, es importante entenderlas y abordarlas con empatía y paciencia.

¡Los berrinches son una etapa desafiante pero completamente normal en el desarrollo de los niños pequeños! Aquí exploraremos qué son, por qué ocurren y cómo podemos manejarlas de manera positiva y respetuosa.

¿Por qué ocurren?

Antes de aprender a manejarlas, es fundamental comprender por qué suceden:

  1. Limitada capacidad de comunicación: Los niños pequeños aún están desarrollando su lenguaje y no siempre pueden expresar cómo se sienten, lo que les genera frustración.
  2. Deseo de independencia: A medida que crecen, los niños quieren hacer cosas por sí mismos. Cuando no pueden lograrlo o se les niega algo, pueden reaccionar con una rabieta.
  3. Factores físicos: El cansancio, el hambre y la incomodidad pueden hacer que los niños sean más propensos a tener rabietas.

Estrategias para manejar las rabietas con empatía:

Ahora que entendemos su origen, aquí hay algunas estrategias para gestionarlas de manera positiva:

1. Mantén la calma.

Es natural sentirse frustrado cuando tu peque está teniendo una rabieta, pero responder con enojo solo empeorará la situación. Respira profundo y mantén una actitud serena.

2. Evita la negociación.

Durante una rabieta, el niño no está en condiciones de razonar. En lugar de intentar convencerlo, mantén tus respuestas breves y firmes.

3. Establece límites claros.

Dile a tu peque que entiendes su frustración, pero que ciertas conductas no son aceptables. Por ejemplo: “Sé que estás molesto, pero no podemos pegar”.

4. Usa la distracción.

Si ves que la rabieta está empezando, intenta redirigir su atención con otra actividad o un juguete favorito.

5. Valida sus emociones.

Los niños necesitan sentirse comprendidos. Decir “Veo que estás muy frustrado” puede ayudar a que se calmen más rápido.

6. Dale espacio si lo necesita.

Algunos niños se calman mejor cuando tienen un momento para ellos mismos, siempre y cuando estén en un lugar seguro.

Después de la rabieta

Cuando la rabieta haya pasado, es importante hablar con el peque sobre lo sucedido. Explícale que está bien sentirse enojado, pero que hay mejores maneras de expresar sus emociones.

Ejemplo: “Sé que te molestaste porque no podías tener el juguete. La próxima vez, podemos hablarlo juntos”.

¿Debo buscar ayuda profesional?

Si las rabietas son muy frecuentes, intensas o duran más de lo habitual, puede ser recomendable acudir a un especialista en psicología infantil. Un profesional podrá ayudarte a entender mejor las necesidades emocionales de tu hijo y brindarte herramientas específicas para su caso.

Las rabietas son una parte normal del desarrollo infantil y, aunque pueden ser desafiantes, también son una oportunidad para enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones. Mantener la calma, establecer límites con amor y reforzar la conexión con ellos les ayudará a crecer con seguridad y confianza.

Fuentes: